Anatolia (Turkia), altiplano de Konya hace 6000 años. Un grupo de hombres y mujeres, hasta ese momento nómadas, se establecieron en este zona, la cual presentaba la posibilidad de cambiar la recolección forrajera por la agricultura primitiva. El clima era idóneo con las precipitaciones de lluvía adecuadas.
Era actual: Siglo XX, los arqueólogos estudiaron las ciudades de Hacilar y Catal Huyuk encontrándo los primeros datos sobre la domesticación de la planta del garbanzo, asi como las de guisantes y lentejas además de otras leguminosas.
Desde este lugar y de forma radial, las plantaciones de leguminosas se fueron extendiendo hacia territorios cercanos. Prueba de ello son los vestigios encontrados en Jericó o en Irak y que datan de principio de la Edad de Bronce. Hacia finales de esta era los garbanzos estuvieron presentes en Babilonia y hasta la isla de Creta, donde empezaron a guardarlos en grandes recipientes de barro para su conservación.
En Egipto existe la constancia de este producto entre 1600 y 1100 a.c. donde se le conocía con el nombre de "cara de halcón", por si parecido con la cabeza de este animal y se cocinaban poniéndolos en remojo para después cocerlos o freírlos con especias antes de hacer un guiso con ellos.
En el siglo VII a.c. ya se comían los garbanzos en forma de sopas en Roma, más concretamente en Pompeya, donde se almacenaban en grandes ánforas y exportándose a todo el imperio. Plinio el Viejo ya contaba acerca de los festivales en los que se lanzaban garbanzos sobre las cabezas de la gente y estos los recogían, tal como en nuestros tiempo se hace (con otros elementos) en los bautizos o en las cabalgatas durante las fiestas. También Plinio los citaba como un remedio para las verrugas, guardando dentro de una bolsa tantos garbanzos como verrugas se tuvieran y depués lanzándose por encima del hombro izquierdo.
La denominación científica del garbanzo es "cicer arietinum" y que deriva de cicer, nombre latino de la cosecha y arictinum por la forma de ariete o espolón de la semilla. Anécdótico resulta que en ciertas épocas se atribuía el nombre de Marco Tulio Cicerón a que su apellido era consecuencia de tener una verruga en la nariz del tamaño de un garbanzo.
En España, fueron los cartagineses quienes introdujeron el producto y se ha descubierto que se recolectaba en Cartago Nova (Cartagena) y que desde ahí se extendió por toda la península, precisamente por ser una semilla que podía secarse y perdurar durante mucho tiempo, eso si, si no era atacada por el gorgojo.
Los primeros convertidos al cristianismo en el siglo III de nuestra era, hacían fiestas en los cementerios para honrar a los difuntos y que se llamaban Parentalia, celebrándose entre el 13 y el 21 de febrero. En estos acontecimientos los familiares portaban ofrendas tales como el vino, garbanzos, altramuces y habas.
Ya en tiempos de Cervantes y en los libros de la época se habla de la "olla" refiriéndose a un cocido que debía llevar carnero, tocino, vaca, garbanzos, pimiento, azafrán, ajos, cebolla, repollo y perejil, algo muy parecido a lo que hoy se conoce como "el cocido", tanto sea madrileño como andaluz.
En la India se utilizaba como medicína: la exudación de la planta mezclada con el rocio se le atribuía propiedades astringentes.
Ya hacia finales del siglo XVIII se utilizaban los garbanzos asados como sustituto del café, costumbre que perduró durante tiempo.